jueves, 4 de octubre de 2007

AMOR, AMARSE.



Al verla, sintió un profundo acaloramiento. La noche pasada habíala odiado pues, en su acostumbrado vislumbrar, ella, asustada al percatarse de su frialdad, habíase revestido de acero, no podía permitirse tal dolor, de nuevo...

Sin embargo, algo en su sonrisa y en su mirar de angel le hacían presagiar su confusión; ¿Por qué no podía otorgarle a ella el cautiverio de aquella mirada, que generosa, ofrecía a los demás? Como siempre, tendió a pensar que en ella residía el problema, una tremenda temeridad, asustadiza, que emanaba un acre aroma, manteniendo al amor refugiado tras cualquier esquina vulgar.

Fue enonces, cuando, completamente defraudada, comprendió al fin. No quería volver a verle, pues, el amor aun no se le había desbordado, y ella, en su insaciable caminar enigmático buscaba enloquecida, la ruptura de toda barrera infranqueable. Sin más, aquella noche, borracha le confesó: "Eres frío", y ella parpadeó perpleja al escuchar de sus labios la misma réplica: "¿Fría yo?" ¡Imposible! Aquella noche cambió para siempre la primera impresión, frívola, que habían tenido el uno del otro y que silenciosamente les había hecho sentirse traicionados.

Por primera vez, se miraron a los ojos, ella le pedía que no retirara sus ojos de sus ojos mientras que, apasionadamente se hacían el amor. Y fue que por primera vez, vislumbró el universo adentro de unos ojos morenos, la promesa se hallaba a tan sólo unos centímetros de su piel, calándole hasta los huesos.

Tras haberse confesado estas primeras desilusiones, habiéndose sentido látex a través de unas manos que tan sólo querrían haber hallado terciopelo sanguinolento, comenzaron a amarse, secretamente, acallando sus deseos con panfletos tediosos. Pero él, enseñó a que ella se despidiera con amor, un beso caliente y un adios, la mano en el corazón, ya de lejos, y la lluvia, acunando el tiempo detenido tras un lapso de verdad dolorosa. Fue que por primera vez amó aquel instante en el que amó sin una causa, sin un por qué, pero ante la promesa de un mañana, que de traicionar, habíale hecho tan fuerte el amor que, desconocida y entregada sobrevoló su corazón, y también aquel instante y por fin, se amó.

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