miércoles, 28 de noviembre de 2007

ARTESANOS DE AMOR. POR OLGA POZA Y MONTSE SÁNCHEZ


Trazando sueños con las manos,

tejidos con el oro del deseo.

Esperanza, hilaste mis palabras.

Creaste un abanico de amaneceres,

iluminando mis noches y mis albas.

Despejando la niebla espesa,

henchida de soles,

de frutos maduros,

sauces llorones,

plácidas sombras en las que la libertad para tenderse nos llene los ojos de lágrimas dulces.

Como aquel día en que hicimos un pastel.

Tú amasabas, yo miraba.

Tu la harina y yo el agua.

Contemplando el océano infinito en unos ojos repletos de amor y gloria como único narcótico,

bostezando risas,

desperezando alientos,

despedazando el aire con mordiscos construidos de carne.

Y el aire se volvió imposible,

mi pecho se contrajo,

tus ojos me aliviaron y tu beso me trajo de nuevo la brisa que necesitaba.

Pude volver a respirar.

Aire,

barriendo a su paso la esencia de las fieras,

estremeciéndose tan sólo con el tacto de la arena bajo nuestros pies cansados.

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